sábado, 27 de diciembre de 2008

Navidad compartida

No hacía mucho que nos habíamos mudado a la nueva casa. Poco a poco íbamos conociendo a los vecinos que se iban incorporando a la comunidad del barrio que, recién inaugurado, se iba poblando rápidamente. Fue para esa época que se organizó esa Navidad compartida. Recuerdo que se montaron tablas sobre caballetes a modo de mesa. Llegaba casi de esquina a esquina, ocupando la calle frente a nuestra casa. Allí nos reunimos la mayoría de los vecinos de la cuadra. Cada uno trajo lo que había preparado para la ocasión y así compartimos la cena de aquella Nochebuena.
Fue la única ocasión en que ocurrió una cosa semejante. No sé por qué razón nunca más se organizó una cena en común como aquella. En los años siguientes cada uno se fue apartando con su familia, en su entorno, en su casa o en la de algún familiar y la tradición no prosperó. Es una pena, tenía un sabor especial el poder celebrar todos juntos. Hoy, tantos años después, una celebración de ese tipo parece prácticamente imposible de realizar; cada vez más encerrados y aislados como estamos, temerosos de la inseguridad, cada vez más individualistas y apartados del prójimo. Que bueno sería poder volver, aunque sea por un rato, a aquellos tiempos de puertas abiertas.

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