miércoles, 21 de enero de 2009

La llama de la Nena

En la casa 9 del consorcio 9 vivía por aquel entonces la Nena Garland. Seguramente no era ese su verdadero nombre, pero así la conocíamos todos y así la seguimos recordando.
De su mano di los primeros pasos en el aprendizaje del francés. Ella preparaba el té para las dos y así, entre masita y masita, me iba enseñando las palabras y las frases. Al principio fue sólo un juego pero, con el tiempo, se convirtió en una pasión que nunca más me abandonó.
Pero no es este el principal recuerdo que me trae esta imagen.
La Nena (peruana ella) tenía, sobre el pilarcito donde apoyaba la barandilla de la escalera, una llama con todos los adornos típicos de la región andina. Esa llamita lo tenía fascinado a mi hermano Gerardo y no perdía oportunidad para pedir que se la regalaran. Tanto insistía que una vez, por bromear, la Nena le dijo que se la cambiaba por su hermanita. Ni lerdo ni perezoso Gerardo tomó el cochecito donde dormía Claudia (recién nacida) y enfiló rápidamente para concretar el canje. No pasó mucho tiempo hasta que apareció la Nena por casa, empujando el coche y destornillándose de risa, a contarle a mamá del beneficioso trueque que había conseguido.

Nota: la foto data de junio de 1972 y la casa que se ve atrás es dónde vivía la Nena.